domingo, 16 de noviembre de 2008

Strobist

A veces cosas tan sencillas y que se supone que tenemos que tener asimiladas se nos presentan
de repente remasterizadas para hacerse mucho más comprensibles.
Esta página se ha hecho reveladora para muchos fotografos últimamente, es lo más en foros y blogs. Sigo investigando... strobist en español

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Nuestro amigo el flash

todo lo que siempre quisiste saber y nunca te atreviste a preguntar

sábado, 8 de noviembre de 2008

Nostalgia analogica

Hablar de una cámara reflex a un chaval de quince años es como contarle quién es Butragueño: ha oído mencionar el nombre alguna vez, pero no tiene ni idea de qué se trata. Intentando hacer comprender a los jóvenes de dónde venimos para que ellos puedan decidir hacia dónde vamos, trataremos de explicar los fundamentos de la fotografía del Pleistoceno, es decir, aquella en la que entre el objeto y el ojo del fotógrafo tan sólo había un cristal (una lente). La era antepixeliana, cuando si no enfocabas tú, salía una auténtica basura de foto, cuando si no medías correctamente la luz y cerrabas o abrías demasiado el diafragma, la cámara no te podía ayudar. Parece antiguo, pero era muuuuuy divertido.
La fotografía siempre ha estado ligada a la química: las sales de plata oscurecidas por la luz y reveladas por los líquidos son la base de las imágenes reales en papel. Y curiosamente, tanto la química como la fotografía se han considerado durante mucho tiempo como algo casi mágico. En los albores de la humanidad ya se utilizaban los colores ocres y rojizos para los enterramientos (sobre todo los Neandertales), y estas mezclas de pigmentos que se creía tenían propiedades mágicas, eran las primitivas formas de química que posteriormente se desarrollaron hasta los niveles alcanzados hoy en día.
Los alquimistas eran los chamanes medievales. Podían convertir ciertos metales en líquido y realizar otras muchas transformaciones (aunque no el plomo en oro), por lo que se les persiguió durante siglos por las implicaciones mágicas y ocultas que tenía su trabajo. La mezcla de la química y la física dieron lugar a lo que actualmente llamamos fotografía. Durante el Renacimiento se utilizaba el sistema de Cámara Oscura para copiar literalmente lo que el ojo percibía: se trataba de una caja en la que se realizaba en una de las paredes de la misma un agujero minúsculo por el que entraba un rayo de luz que conseguía reproducir en la pared contraria la imagen exacta de lo que la caja tenía delante, sólo que invertido. Algunos pintores muy reconocidos utilizaban cajas del tamaño de habitaciones para poder pintar paisajes, retratos, etc. La experiencia aún se utiliza para enseñar fotografía a los más jóvenes, y tengo que decir que me marcó profundamente en mi incipiente personalidad fotográfica.
Y llegamos al siglo XIX, cuando el señor Louis Daguerre, el día 19 de agosto de 1839 anunció en Paris su descubrimiento, que permitía “fijar la imagen de la cámara oscura por la acción de la propia luz”. Lo que había desarrollado era un material fotosensible capaz de registrar una imagen directa. A pesar de lo primario del proyecto y de que la exposición duraba entre media hora y sesenta minutos, causó un gran impacto, y sus Daguerrotipos eran solicitadísimo entre las mejores familias de medio mundo. Más de cuarenta años después las fotografías ya se reproducían en las revistas y periódicos, y aún más tiempo hubo de pasar hasta que el cine y luego la televisión convirtieran las imágenes reales en algo más que fantasía.
Aunque ahora mismo la fotografía se considera una herramienta de ocio más que otra cosa, para la ciencia aún es imprescindible en cuanto a la demostración de nuevas especies o de casos de difícil descripción en biología, medicina o aeronáutica. Las fotos de la superficie de Marte han dado la vuelta al mundo, ¿cómo hacernos a la idea sin verlo? ¿Habría creído Santo Tomás a los apóstoles si le hubieran enseñado una foto? Lo más probable es que sí. La cámara puede registrar acontecimientos que ocurren en microsegundos, o pueden dar continuidad a movimientos lentísimos que se desarrollan en días o meses. Podemos registrar el ala de un insecto durante el vuelo, o ver aceleradamente cómo se abre una flor; “detener” una bala o recoger los movimientos de una persona que duerme durante toda una noche. Además la cámara puede acoplarse a multitud de aparatos ópticos, de manera que podemos ver una supernova u observar la forma de un ácaro del polvo. Y ¿qué sería del diagnóstico de muchas enfermedades si no contáramos con la fotografía por Rayos X?
Una cámara reflex no es ni más ni menos que una cámara en la que la imagen del visor es exactamente la misma que se impresionará en la película si apretamos el obturador. Un espejo refleja la luz desde el objetivo hasta el visor. Una vez apretamos el disparador, dejamos de ver la imagen en el visor porque se cambia la posición del espejo y se impresiona la película. En una cámara de visor directo existe una abertura encima del objetivo que nos proporciona la visión del objeto, pero la imagen que se impresionará en la película es ligeramente diferente por la distinta posición del visor.
Una cámara convencional se asemeja mucho a un ojo y se compone de los siguientes elementos: una lente (córnea), un objetivo (cristalino), un diafragma (pupila) que no es más que un orificio que puede abrirse o cerrarse dependiendo de la cantidad de luz exterior, una superficie sobre la que se coloca la película que impresiona la luz (retina), y un obturador (párpado). A partir de ahí se pueden añadir todo tipo de complementos para facilitar al fotógrafo la obtención de la imagen, pero lo básico y necesario es esto.
La cámara lleva un sistema óptico que proyecta una imagen nítida e invertida sobre la película, que un soporte mantiene plana; en la película, una serie de compuestos sensibles (antiguamente sales de plata) recogen la imagen. La luz entra en la cámara a través de un objetivo compuesto (lentes) cuyos elementos refractan y enfocan los rayos procedentes del sujeto. Un orificio de abertura variable (diafragma) controla la cantidad de luz. A diferencia del ojo, la cámara se sirve de un obturador situado entre el objetivo y la película para decidir cuándo y durante cuánto tiempo actuará la luz sobre la película. El objetivo enfoca moviéndose hacia delante y hacia atrás, y no alterando su radio de curvatura como el cristalino del ojo.
La película no tiene ni la sensibilidad a la luz de la retina ni un cerebro que interprete lo que ve, y tampoco puede enfrentarse a los contrastes como sí puede hacerlo el ojo (de ahí que las imágenes tengan mucho más contraste de lo que nosotros podemos percibir). Por ello las películas se fabrican con diferentes sensibilidades: las más sensibles necesitan menos luz para impresionarse, y las menos sensibles, más. Cuando se trabaja en color, se debe tener en cuenta que las películas preparadas para utilizarse a la luz del sol pueden mostrar fotos rojizas si se usan en interiores con luz artificial.

http://www.aprendergratis.com/breves-apuntes-sobre-fotografia.html#more-390

viernes, 31 de octubre de 2008

La tardor

L'estiu se'n va arriba la tardor cauen las fuelles dels arbres, posem-nos les botes d'aigua i sortim al carrer...



Posted by Picasa

viernes, 10 de octubre de 2008

Tengo una aguja para hilvanar los días,
unas veces se me cuelan los sueños entre las puntadas
y otras se deshacen las costuras de la vida
y tengo que hacer apaños y remiendos,
las tardes de sol bordo las letras de tu nombre
y si llueve busco en la caja de los hilos el arco-iris
y refuerzo los botones de los buenos momentos.
No es una aguja que pueda cambiar el destino
pero ayuda a pespuntear el sendero...

shaoland.spaces.live.com/blog/cns!64ED7383FC6...